CENTENARIO
DEL PADRE JULIAN OCAÑA PEÑA
Apuntes Biográficos
Nace el 17 de agosto de
1914, en la calle que la expansión urbana de Tarancón del siglo XVIII denominó
como Nueva ahora dedicada a su ilustre hijo Padre Ocaña.
Cursó la primera
enseñanza con un maestro sin titulación, el tío Pedro, conocido como “El cojo
de la casilla”, por haberle amputado una pierna el tren y trabajar de vigilante
en una casilla del ferrocarril, abuelo de Francisco López Antona.
En el Tarancón de la
época la enseñanza primaria oficial convivía con personas particulares
dedicadas a la docencia sin tener titulación, entre las que se hicieron
célebres Pedro Antona “el cojo de la casilla” y “el manco” Constantino Pulgar.
Su pedagogía consistía
en trabajar machaconamente las materias instrumentales (lectura, escritura y
cálculo), de lo que nos da buena cuenta el padre Ocaña, cuando el 28 de enero
de 1926 se incorporó al seminario salesiano y obtuvo el primer premio de
lectura en su clase. Don José Ríus Zunón, que más tarde sería Inspector de
Enseñanza Primaria hablo en tono elogioso de aquellas escuelas de maestros sin
titulación, entre los que destaca al Cojo de la casilla.
Su interés por la
religiosidad comenzó como monaguillo en el convento de Franciscanos Capuchinos,
que antes de la guerra civil era un tiempo filial de la parroquia y después de
la guerra fue cedido a los Franciscanos Conventuales. En el convento había una
imagen de María Auxiliadora, especial vocación mariana de la congregación
salesiano, de cuyo culto se encargaba doña Juliana Domínguez.
Cuando en 1924 se
inauguró el Hospital de Santa Emilia, donación del doctor Lozano, bendecida por
el Obispo Laplana y Guía, él estuvo presente en la ceremonia y los sacerdotes
de la parroquia le encargaron que fuera acólito de dicho hospital, que contaba
con capellán propio y estaba cerca de su domicilio.
Un buen día, acabada la
misa del capellán, se presentaron en el hospital cuatro sacerdotes salesianos
buscando la posibilidad de decir su misa diaria; les dieron permiso y el
monaguillo Julián se prestó a ayudar en las cuatro misas seguidas, pues todavía
no se había establecido la concelebración.
La idea de los
salesianos era ponderar las posibilidades de establecerse en Riánsares. Es muy
probable que la distancia entre el pueblo y el santuario les hiciera desistir
de su intento, pues en la época era un problema, tanto para establecer un
noviciado como para un centro de formación profesional. La orden salesiana
tardaría unos cuarenta años en volver a Cuenca, con un colegio de enseñanza media,
cuyas instalaciones ocupa hoy día la Universidad de Castilla La Mancha.
En aquellos instantes
sintió el aprecio de los salesianos, especialmente de don Alejandro Baltaini,
que le animó para que se fuera a hacer bachillerato al colegio de la orden en
Carabanchel, al que se incorporó el 28 de enero de 1926 y al año siguiente, con
un grupo de alumnos prevocacionales fue enviada al noviciado de Astudillo
(Palencia), donde permaneció hasta el verano de 1927 que se trasladó al nuevo
aspirantado del Paseo de Extremadura. Terminado este ciclo, el 4 de Octubre de
1930 pasa al noviciado de Mohernando (Guadalajara).
En Mohernando le
sorprende la proclamación de la República, el 14 de abril de 1931, y la
subsiguiente quema de iglesias y conventos. Los superiores se plantean
dispensar a los novicios para evitarles peligros. Su padre, Francisco Ocaña,
marchó rápidamente a Mohernando para comprobar la situación de su hijo y, de
acuerdo con los salesianos, decidió hacerse cargo de cuatro conquenses y
algunos madrileños para reintegrarlos a sus domicilios.
Al novicio Julián Ocaña
se plantea abandonar o seguir los estudios salesianos. Si decide seguir debe
reincorporarse rápidamente al noviciado, para no perder el curso y tener que
repetir. Su madre, temerosa, le aconseja quedarse en casa, su padre se inclina
porque sea el mismo quien decida, argumentando que “nunca pasará más de lo que
Dios permita” decide volver a Mohernando.
El 12 de octubre de 1931
hace su primera profesión, cuando el Prefecto General ya había preparado una
casa en Bélgica, por si la orden era dispersada o expulsada, como ya había
ocurrido con los jesuitas.
Durante el curso 1930-31
prepara el noviciado y en el siguiente profesora en la orden salesiana
realizando los estudios de Magisterio y Filosofía, incluidas tres años de
prácticas en los colegios salesianos de La Coruña, Madrid y Salamanca.
Al empezar los estudios
de teología explota la Guerra Civil y es asaltado el seminario de Carabanchel,
en el momento en que él estaba impartiendo clase de música a los novicios. Detenido
con todos sus compañeros de estudios y profesores se vio ante un pelotón de
ejecución hasta que uno de los mandos gritó que no dispararán porque había que
interrogarlos sobre la sublevación militar. Tras varios días detenidos un
teniente Guardias de Asalto, sorteando el peligroso camino hacia Madrid, consiguió
llevarlos a la Dirección General de Seguridad donde la misericordia de alguno
de sus responsables los dejó en libertad para que buscaran refugio donde
pudieran. Él logró llegar a casa de unos tíos suyos, en Madrid, allí estuvo
varios días escondido hasta que llegó a rescatarlo su cuñado Francisco López
Antona, con documentación preparada al efecto para que no fuera detenido en el
viaje por ferrocarril a Tarancón.
En su libro de poemas “Como
el Agua (Tarancón, 1991) hace una ofrenda a sus compañeros mártires que profesaron
en la orden con él, el día 12 de octubre de 1931: “Segaron vuestras vidas en la
flor de la vida,/ arrasaron con odio, un camino de amor./ El martirio fue sólo
una puerta, hecha herida,/ por la que caminasteis a una vida mejor”.
Llegada a su pueblo se
incorporó a la imprenta familiar que regentaba su cuñado Francisco López
Antona, la histórica “imprenta Antona", hace pocos años desaparecida emblema
de la tradición tipográfica de Tarancón.
En la imprenta aprendió
el oficio de tipógrafo, se afilió a la correspondiente sección del sindicato de
UGT, como todos los tipógrafos de Tarancón, y la secretaria del partido
Comunista le facilitó, sin pedirlo, un carnet del partido, que en aquellos momentos
era el mejor aval para circular libremente y sin peligro.
Movilizado con su
quinta, en el año 37, se incorporó al ejército republicano en el servicio de
transmisiones de la 16 División que luchaba en los estertores de la batalla del
Jarama. En sus ratos libres se dedicaba a dar clase a los soldados analfabetos,
lo que le valió ser destinado a las “Milicias Culturales”, como maestro
auxiliar del ejército republicano.
Sucesivos traslados de
su división lo llevaron a la batalla del Ebro y la postrera huida hasta la
frontera francesa, que se negó a cruzar, siendo hecho prisionero por la
división falangista “Flecha Azules”. Tras un periodo de instrucción lo
destinaron al regimiento de caballería “Farnesio”, luego al “San Quintín” y
finalmente al cuerpo castrense, aunque todavía no era presbítero, del hospital
de sangre de Salamanca, donde tuvo muy poco trabajo ya que la mayoría de los
ocupantes eran moros. Por ello decide dedicarse a dar clase en el colegio
salesiano de María Auxiliadora.
Terminada la guerra
civil finaliza sus estudios de teología y se ordena de presbítero el día 30 de
mayo de 1942, celebrando su primera misa en Tarancón el 3 de junio del mismo
año.
Tras una intensa vida de
trabajo religioso y educativo, como se verá más adelante, en 1993 contrae una
grave enfermedad de la que una breve recuperación le permitió volver a Tarancón
y visitar Riánsares en 1994.
El 26 de noviembre de
1994 entregó su alma a Dios después de prestar un ejemplar servicio a la
iglesia, a la educación, a la formación profesional y a la sociedad.
Educador y salesiano
Ordenado sacerdote es
nombrado administrador del seminario de Astudillo y al año siguiente director
del mismo establecimiento, cargo que compatibilizó con el de capellán de las
Clarisas, Hijas de la Caridad y de la Adoración Nocturna, así como la de
consiliario de la Asociación de Antiguos Alumnos.
Tres años más tarde es
nombrado director del colegio salesiano de enseñanza media “María Auxiliadora”,
en Salamanca, Delegado de la Federación de Amigos de la Enseñanza (FAE) por ese
distrito universitario y miembro de la Sociedad Española de Pedagogía, del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
En el año 1953 es
trasladado a Madrid como rector de la Institución Sindical “Virgen de la Paloma”,
que los sindicatos del régimen habían confiado a la orden salesiana por su
tradición prestigio en la Formación Profesional. Permanece seis años en el
cargo consiguiendo hacer del centro el más acreditado manantial de
profesionales, en las distintas ramas laborales, donde la naciente
industrialización española buscaba especialistas, aunque no hubieran terminado
el ciclo formativo asignado a la profesión. El padre Ocaña era conocido en todo
el ámbito empresarial y educativo, al mismo tiempo que gozaba del afecto de los
miles de alumnos que frecuentaban las aulas de “La Paloma” y era estimado por
el competente profesorado. Con la Logse el centro fue reconvertido en “Instituto
de Educación Secundaria Virgen de la Paloma”.
La Institución Sindical
Virgen de la Paloma no sólo fue un centro modélico en la Formación Profesional,
también fue una referencia obligada en el nacimiento y desarrollo de la
Psicología escolar y laboral, con el equipo que dirigía el doctor Secadas, que
elaboró gran cantidad de material psicotécnico, introdujo matemáticas avanzadas
en psicología y realizó numerosos estudios en el campo de la orientación de
estudios y profesiones.
En el año 1959, al
amparo de la Ley de Formación Profesional Industrial de 1955, la jerarquía
eclesiástica toma el acuerdo de crear el Secretariado Nacional de Formación
Profesional de la Iglesia, ya que son varios los institutos religiosos
dedicados a este sector educativo, en el que la iglesia había sido precursora. Para
la dirección del nuevo organismo eligen a don Julián Ocaña Peña, tanto por el
mayor peso de su orden en este tipo de formación como por el indiscutible
prestigio del rector del ”Virgen de la Paloma” y la cantidad y calidad de las
enseñanzas que allí se impartían.
Cuando vio que la edad
hacía mella en su capacidad de trabajo pidió el relevo en la dirección del
Secretariado Nacional de Formación Profesional, aunque no pudo evadirse del
campo al que estaba adscrito, pues sin transición cronológica fue nombrado
Inspector General de Formación Profesional de la Iglesia, de la Comisión
Episcopal de Enseñanza y Catequesis.
Por su condición de
director de “La Paloma” fue designado miembro del Comité Nacional de los
Concursos de Formación Profesional y Artesana, que iniciaron su andadura en el
año 1950. Hasta 1975 se habían convocado veintidós concursos, diez de ellos en
España, siete de los cuales en la Institución Sindical Virgen de la Paloma. En todos
estos certámenes internacionales participó como observador español, viajando a
Alemania, Bélgica, Reino Unido, Irlanda, Italia, Japón, Portugal y Suiza. En virtud
del mencionado cargo asistió a Muestras Didácticas, Coloquios y Seminarios nacionales e internacionales de Formación Profesional.
En el año 1967 fue
invitado al Congreso Interamericano de Educación Católica celebrado en Sal Salvador,
circunstancia que aprovechó el Presidente de dicha República para pedirle
opinión sobre la formación Profesional en la Escuela Superior del Ejército y
las posibilidades de ampliación de las Escuelas Profesionales en la república
hermana.
El mismo año 1958 es
nombrado Consejero Nacional de Educación y dentro del Consejo, Secretario de la
sección cuarta, dedicada a la Formación Profesional y Técnica, Asuntos
Internacionales y Enseñanza Artística, cargo en el que permanecerá hasta 1975.
Desde 1968 coincidió en
el Consejo con don Eugenio López y López, que siendo gobernador civil de Cuenca
fue nombrado Director General de Enseñanza Primaria y tenía lazos familiares en
Tarancón. Las circunstancias económicas de la época hacían difícil la creación
de institutos de Enseñanza Media, que Tarancón había perdido en el año 1936. Desde
el Consejo Nacional de Educación ambos estudiaron la forma de dar a Tarancón y
comarca el deseado instituto, salvando los posibles obstáculos que se podían a
presentar. La solución ideada fue crear
un Instituto Laboral, que impartiría esta rama de bachillerato, para luego
transformarlo en instituto general de enseñanza media. Como recordarán los
primeros alumnos matriculados en el primitivo centro, ahora “CEIP Gloria
Fuertes”, su primer nombre fue “Instituto Laboral Francisco Ruiz Jarabo” y
poseía una nave adosada, todavía perceptible exteriormente para la instalación
de talleres de formación profesional.
En los Planes de
Desarrollo, que inició el ministro López Rodó en la década de 1960, formó parte
de las comisiones de Enseñanza Profesional y Técnica, Comisión Nacional de
Promoción Educativa, Junta Central de Formación Profesional, Patronato de
Igualdad de Oportunidades (PIO), Junta de Enseñanzas Náuticas, Patronato de
Protección al Estudio, Comisión Evaluadora de la L.G. de E., Delegado español
en la reuniones del Consejo de Europa, asistente al Coloquio Europeo sobre
Formación Profesional celebrado en Alemania, Director del Centro Salesiano de
Pastoral Juvenil, Director de la Casa Inspectorial y delegado en cuatro
capítulos de la Orden Salesiana.
Honores y condecoraciones
En los primeros años de
la década de los sesenta le fue concedida la Encomienda de la Orden de Alfonso
X el Sabio, que le fue impuesta en el homenaje que le tributó su pueblo de
nacimiento, en unión del general Domínguez Catalán y el científico doctor Morcillo
Rubio, los tres nombrados hijos predilectos de Tarancón.
-
Medalla Plata de la
Juventud.
-
Medallas de Bronce de la
Juventud, conmemorativas de los Concursos Internacionales de Formación
Profesional.
-
Emblema de Oro del
Patronato de Formación Profesional “San Valero” de Zaragoza.
-
Doctor Honoris Causa, en
Ciencias de la Educación, por la Universidad Pontificia Salesiana de roma. Su lección
magistral versó “La Formación Técnico-profesional en España a los 100 años de
la visita de Don Bosco”.
Su obra educativa e idea pedagógicas:
Tanto el poder civil como
el eclesiástico recurrían al salesiano don Julián Ocaña Peña para cuantos
asuntos hacían referencia a la educación y, sobre todo, en relación con la
formación Profesional. La llegada al ministerio de Educación, fue para él de
incesante actividad con la preparación del célebre “Libro Blanco” la posterior
Ley General de Educación y más tarde la puesta en marcha de su comisión
evaluadora.
Desde mi visión personal,
con 54 años de docencia en todos los niveles educativos, las numerosas leyes
que he tenido que soportar y padecer, así como el conocimiento de la vida y
obra de nuestro personaje, me permiten afirmar que la vida religiosa, civil y
educativa del Padre Ocaña Peña encaja perfectamente con las dos premisas
básicas que informaron El Libro Blanco previo a la Ley General de Educación de
1970:
a) La educación es una inversión a largo plazo, de
la que la sociedad debe sacar rendimientos.
b) La educación debe ser un factor fundamental de
integración social.
No cabe ninguna duda que
la educación española, en general, y Tarancón, en particular, estarán en deuda
permanente con este salesiano cuya humildad hacía brillar con más intensidad su
personalidad; por donde asaba dejaba un destello imborrable de sonrisa, bondad
y eficiencia.
Para el Padre Ocaña el
basamento histórico del mundo obrero como centro de interés se encuentra Carlos
Marx, León XIII y San Juan Bosco, el primero y el último prácticamente
coincidentes en el tiempo. Desde un punto de vista teórico las corrientes de
pensamiento se nutren del Manifiesto Comunista de Marx y de la encíclica Rerum
Novarum de León XIII; en el orden práctico, para hacer frente al incipiente
proceso de industrialización, la trayectoria la marcan las Escuelas
Profesionales de San Juan Bosco.
Su pertenencia a la
congregación de Don Bosco hacen de nuestro paisano un experto educativo
eminentemente práctico para el que la teoría es un eslabón engarzado en una
exigencia concreta. En su opinión la importancia de la Formación Profesional
radica en que va dirigida a un sector social, “que lógicamente ha de ser el más
numeroso de la sociedad y en el que está precisamente la clave de la
productividad y del desarrollo de los pueblos, con la consiguiente repercusión
en la paz y el bienestar social”. ¿Cuánto habrá políticos españoles capaces de
darse cuenta de esta obviedad?
En el año 1960, siendo
Secretario Nacional de Formación Profesional de la Iglesia, consciente de que
las mujeres representan el 50% del género humano, toma la iniciativa de sondear
a las empresas sobre las necesidades formativas de las mujeres que empleaban. El
resultado fue desalentador, en algunos casos se decía que con que sepan firmar
la nómina es suficiente, en otros las respuestas señalaban que cuanto menos
instruidas menos conflictos.
Ante la atonía
empresarial el padre Ocaña no se arredró y con un grupo de religiosas empezó a
promocionar la Formación Profesional no reglada para la mujer. La iniciativa no
fue estéril pues en el año 1986 se igualaba el número de mujeres y de hombres
que cursaban Formación Profesional.
Un hombre encariñado de su pueblo
El padre Ocaña fue un
hombre encariñado de su pueblo, al que venía siempre que tenía alguna ocasión. Aunque
pasaba el tiempo en casa de su hermana y sus sobrinos, siempre visitaba a su
numerosa familia desperdigada por los distintos barrios.
Personalmente lo
encontré numerosas veces en la imprenta, ejercitando los más variados trabajos
propios de la profesión, no por necesidad sino como vuelta a su orígenes
familiares y de su orden religiosa; no olvidemos que una de las primeras
enseñanzas profesionales de Don Bosco, en Turín, fue la imprenta.
Recuerdo cierta ocasión
en que hablamos del “letuario” (conocido como arrope en otros pueblos) con los
recuerdos y vencías que le hacían regresar a su niñez taranconera.
Por encargo del
Ayuntamiento de Tarancón, el día 4 de octubre de 1988 pronunció la lección
inaugural del curso escolar, en el salón de actos del antiguo Instituto de Bachillerato,
que él contribuyó a recrear, en ese momento habilitado como colegio de E.G.B.
Cuando en sus notas
biográficas recuerdo cómo el encuentro con los salesianos que vinieron a
tantear las posibilidades de establecerse en el palacio santuario de Riánsares,
fue similar al del príncipe Augusto Czartoryski con San Juan Bosco, para entrar
en la Congregación Salesiana, aprovecha la circunstancia para decirnos que el
beato Czartoryski era oriundo de Tarancón, como nieto de Fernando Muñoz y
Sánchez, primer duque de Riánsares y constructor del palacio anejo a la Ermita.
Para terminar este breve
esbozo tomamos las elocuentes palabras de su hermano de religión, el padre
Florentino Merino: era un hombre de fe, se hacía querer por la gente, poseía
una mentalidad abierta y se identificaba plenamente como sacerdote y salesiano.
Marino Poves Jiménez de la Real Academia Conquense de Artes y Letras.
Artículo que se puede encontrar en el libro de
las Fiestas Patronales de Tarancón del Año 2014
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