jueves, 25 de febrero de 2016

Pregón de Fiestas de Tarancon 1993

PREGÓN DE FIESTAS DE TARANCON 1993


Quiero iniciar mi pregón con un saludo a las Ilustrísimas autoridades que presiden el acto, a la Reina y sus damas con imagen de la juventud y belleza de las fiestas. A Amparo y Antonio, representantes de una generación que colaboró con su trabajo y esfuerzo al desarrollo de nuestra Ciudad y País.
También me sumo al homenaje que la Comisión de festejos quiere rendirles como muestra del cariño y respeto hacia nuestros mayores.
Mi saludo a todos los niños y niñas que con toda la paciencia del mundo participan en ete acto y son el símbolo de inocencia y alegría de las fiestas.
Por último mi saludo a todos Vds. Que llenan este auditorio. Agradezco de todo corazón a la Comisión de fiestas, representada por el amigo Zacarías, su amable invitación y con ello el honor que me han hecho, para participar en este acto como pregonero.
Mi primera reacción fue rechazar su solicitud ante las dificultades que encierra ocupar esta tribuna, pero consideraba que era obligación ineludible y una ocasión de colaborar en las fiestas de estos años. Dificultades, después de los brillantes oradores que me han precedido como Dimas Pérez, Mariano Poves, el Padre Ocaña, el Padre Bernardino y mi buen amigo José Luis Sánchez quienes han contado y ensalzado la historia, costumbres y tradiciones de nuestro querido pueblo.
El diccionario de la Real Academia de la lengua, define como “fiestas” al conjunto de actos y diversiones que se organizan para regocijo público con motivo de un acontecimiento o fecha especial.
La fiesta es un alto en el camino, donde descansamos y recibimos nuevas fuerzas e ilusiones para volver al trabajo.
El pueblo judío celebra el sábado como día de descanso. Leemos en el libro de Éxodo “acuérdate del día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás pero el séptimo es día de descanso”.
El cristianismo estableció el domingo como día de reposo y de agradecimiento al Señor por los bienes recibidos.
En un estudio antropológico realizado por Julio Caro Baroja, la palabra fiesta es tan antiguo como el mismo hombre. En todas las culturas actuales encontramos la fiesta, la celebración. Si se profundiza en la Historia observamos que también en las culturas precolombinas (mayas, aztecas, incas…) poseían sus celebraciones, aunque estaban más impregnadas de sentimientos religiosos.
¿Cuándo se celebraban estas fiestas?. Recorriendo la geografía española y en nuestro caso la castellano-manchega, observamos que las fiestas se celebraban al concluir las distintas estaciones, pero fundamentalmente al finalizar el verano. ¿Por qué? Sencillamente porque en esta época se había terminado la recolección de las cosechas. En la antigüedad bíblica encontramos una fiesta ligada a la cosecha de la cebada al comenzar el mes de Septiembre.
Los bienes ofrecidos estaban relacionados con la economía de cada pueblo. Así los pastores entregaban las primeras crías de sus ganados y los agricultores donaban los primeros frutos de sus cosechas. Las fiestas se celebraban para dar gracias  por los frutos recibidos.
La religión cristiana observó y conservó lo bueno, lo festivo de aquellas celebraciones paganas y les dio un giro cristiano, santificándolas. Así esas antiguas fiestas quedaron consagradas como fiestas en honor de Cristo, de los santos y, sobre todo, en honor a la Virgen Maria.
Podemos observar cómo en Septiembre encontramos por toda la geografía nacional, fiestas en honor a Nuestra Señora con distintas advocaciones, siendo siempre la misma Madre de Cristo y en El la Madre de todos los hombres.
Aunque no he encontrado una historia escrita sobre nuestra fiesta, su origen debió ser muy similar a lo descrito. El ocho de Septiembre es la Fiesta grande, la Fiesta de la Virgen de Riánsares, nuestra querida fiesta, es la fiesta que cada uno de nosotros llevamos dentro, muy dentro de nuestro corazón.
Antes de continuar con las ferias y fiestas quisiera evocar los recuerdos de mi infancia y que tienen relación con la palabra fiesta. Al fin y al cabo las vivencias infantiles conforman y moldean nuestra visión, no sólo retrospectiva de nuestros recuerdos, de los acontecimientos de los que hemos sido testigos, sino que en cierto modo condicionan nuestro concepto de las codas. Dice un refrán muy castellano que cada uno hala de la feria según le ha ido en ella y podemos añadir que la aplicación literal de la frase se puede referir al conjunto de ferias que hemos vivido en nuestra infancia.
En mis años infantiles, las fiestas suponían un acontecimiento extraordinario que rompía la monotonía de una vida sencilla.
Además de las fiestas tradicionales de Navidad y la ilusión, de los Reyes Magos, recuerdo pequeñas conmemoraciones familiares, tradicionales, fiestas de barrios que iban rellenando de luz y color el calendario.
La manzana, donde toda la familia y amigos colaboraban, para poder recoger los productos del cerdo, que durante muchos meses se suponían alimento seguro. El sacrificio de un intenso día de trabajo, que se iniciaba al amanecer calentando grandes recipientes de agua para lavar el animal cocer las morcillas…., se veía recompensado con una rica gastronomía, donde no faltaba el somarro a la plancha, las gachas adornadas con torreznos y bien regadas con vino. Con la tripa llena y sin penas, el día terminaba con bailes familiares y canciones.
Como que ha sido un gran acierto por parte de nuestras autoridades, conmemorar anualmente la matanza, mediante una fiesta que se celebra el segundo domingo de Enero, y donde participan grupos de amigos en la elaboración y degustación de unas gachas con los productos del cerdo.
En época de frío, se celebraba la subasta de las Ánimas. El domingo de ánimas se reunía su cofradía y su impresionante calavera. Al mando de su comandante D. Esteban Cortés (tío Periga) y a los acordes de un tambor melancólico, triste, frío, se congregaban bajo los soportales de la plaza del Ayuntamiento y se iniciaba una original subasta con los regalos más dispares (pollos, conejos, cuerdas de uvas….) que los convecinos aportaban como penitencia por sus deudos.
Al regresar a casa un chocolate espeso acompañado de buñuelos, huesos de santos o los crujientes churros que elaboraba Daniel, reconfortaban el cuerpo y elevaban el espíritu.
Al llegar la primavera y en las vísperas de San José, se encendían hogueras y en la calle del Olmo “el tío Gabriel el cubero”, persona afable y bondadosa, padre del Prf. Morcillo, actual académico de Ciencias, nos reunía a todos los críos del barrio para hacer nuestra hoguera. Con su ilusión y las virutas de madera que traía, fruto de su trabajo y arte para transformar las muelas en barriles y toneles, prendía las primeras llamas, avivadas por las gavillas de sarmiento que acarreaban los vecinos, quizá como símbolo de renovación y esperanza ante la primavera. Mientras, nosotros tratábamos de saltar la hoguera.
Las verbenas de San Isidro, San Juan, San Cristóbal, Santa Quiteria, que al anochecer se celebraban en los barrios correspondientes eran un entrenamiento para las Fiestas Grandes, las Fiestas de Septiembre.
FIESTAS Y FERIAS:
Los preparativos se iniciaban a lo largo del mes de Agosto, con el encalado y pintura de las casas, al tiempo que se encargaban los ajuares y vestidos para poder recibir a la Virgen a lo largo de la cuesta de la tía bolita en la tarde del día 15 de Agosto y su descripción quedó magistralmente recogida en el Romancero publicado por D. Luis Rius Zunón en 1966 y fue recitado por José Luis Sánchez en el pregón del año pasado.
Es obligado que haga un inciso para describir el impacto que me produjo su personalidad y cariño hacia nuestro pueblo. Con motivo de un Congreso Internacional de Nefrología que se celebró en México en 1972, fui a saludar a D. Luis. Aunque esos momentos se encontraba muy deteriorado, a consecuencia de una severa arteriosclerosis, no paró un momento de hablar de Tarancón. A pesar de tantos años de exilio, sus recuerdos estaban muy vivos en su memoria y en el Romancero dedicado a los amores de la reina Maria Cristina y Fernando Muñoz hay bellas descripciones de personajes populares y pinceladas de calles y paisajes de nuestro pueblo. Parte de su legado cultural ha sido recogido por el grupo folclórico “Caño Gordo”, quienes le rindieron un cálido homenaje durante el traslado de sus restos al panteón familiar hace escasas semanas.
En los últimos días de Agosto, la novena religiosa en honor de nuestra patrona, nos anunciaba a los más pequeños que las Fiestas se aproximaban y con frecuencia nos desplazábamos a la plaza del Mercado para observar el montaje del tío-vivo, el carrusel, los coches de choque, hasta que el día 7, el chupinazo anunciaba su comienzo. La banda de música iniciaba sus alegres pasacalles y con ella el bullicio invadía el ambiente, mientras explotaban los cohetes que mi amigo Miguel Ramírez y sus hermanos lanzaban al aire.
El día ocho era ya es el día solemne, la razón de las fiestas, la causa de nuestra alegría, la festividad de la Virgen de Riánsares. Como escribió D. Luis en el Romancero, dentro del poema “La fiesta de la Patrona”:
Hoy es ocho de Septiembre,
y es un gran día de fiestas:
el de la Virgen de Riánsares
que en Tarancón se venera.
Con mi pantalón o camisa recién estrenada asistía en compañía de mi abuelo o de mis padres a la función religiosa, a la misa solemne oficiada por D. José Mª, misa cantada y la iglesia rebosando. Afortunadamente la devoción y tradición se mantienen vivas y en la actualidad la ceremonia es muy similar.
La comida era especial, gallina en pepitoria, pollos capones cebados en la corral durante todo el verano para tan digno acontecimiento.
La fervorosa asistencia a la procesión, los vitores a la patrona durante todo su recorrido y la pólvora finalizaban un intenso día.
La semana transcurría a toda velocidad entre las dianas callejeras, vaquillas con maromas, carreras ciclista, torillo de fuego y fundamentalmente la asistencia obligatoria de todas las tardes al ferial, donde pasábamos infinidad de horas disfrutando de los caballitos, la ola, pero sobre todo de los coches eléctricos.
La pólvora y traca del día 13 os devolvía d nuevo a la realidad y con ella la vuelta al cole y la marcha de nuestros familiares y amigos.
¿Cómo se vive hoy en el Tarancón actual?
Al caminar por nuestra ciudad, con una arquitectura moderna, dotada de viviendas confortables, calles repletas de coches y hasta de semáforos, nadie duda que estamos en un pueblo próspero y moderno.
Ha habido un punto común en todos los pregoneros de años anteriores, al destacar su pujanza económica e industrial. Quizás este año, la apertura de la Autovia, haya supuesto una recesión fundamentalmente en el sector hostelero, pero confió que con imaginación y calidad sepan atraerse a la infinidad de “turistas” que pasan por sus proximidades.
Ejemplo de su actividad empresarial, tenemos la sede permanente de la Feria Regional de Alimentación, la celebración en 1992 del Salón del Automóvil, la organización de las primeras Jornadas de Telecomunicación para PYMES (nuevas tecnologías aplicadas a las empresas).
Como planes futuros y que demuestran su dinamismo es el proyecto “Escuela Taller”, solicitado por el ayuntamiento y aprobado por el INEM, con un presupuesto de más de 200 millones de pesetas y el estudio de las obras de la mancomunidad “El Girasol”, para la traída de aguas del Tajo desde el embalse de Almoguera. Independientemente de su impulso y riqueza económica, que son fundamentales para poder conseguir prosperidad social, me gustaría analizar otros parámetros de la calidad de vida de una ciudad.
La calidad o “grado de bondad” abarca muchos factores, como salud, bienestar social, acceso a los bienes culturales.
Este concepto ha ido cambiando en el tiempo y sus parámetros de medida son distintos con arreglo al nivel cultural, económico y social de cada colectividad.
Por calidad de vida dentro de nuestro entorno se entiende no solamente tener cubiertas las necesidades materiales más inmediatas, sino también poder vivir en libertad e igualdad para poder tener acceso a la cultura, al ocio, y al trabajo.
Vamos a revisar cada uno de estos puntos, comenzando por la salud.
Una alimentación más equilibrada, la prevención y tratamiento de enfermedades infecciosas, un correcto seguimiento y asistencia durante el embarazo, así como un buen nivel de asistencia sanitaria han hecho posible que dos de los marcadores más utilizados por la OMS, para valorar la Sanidad, como son la tasa de mortalidad infantil y la supervivencia media de la población hayan mejorado significativamente.
Las tasas de mortalidad perinatal es de 10.9*1000 nacidos, que está entre las primeras del mundo, solamente superadas por los países escandinavos y afortunadamente muy lejos del 26*1000 que tienen países sudamericanos.
Así mismo las esperanzas de vida en el momento actual se cifran para el hombre en 79 años de media y 82 años ara la mujer. Se mueren menos niños al nacer, la vida media de la población va claramente aumentando, así como su calidad.
En el momento actual los riegos de nuestra población, como en toda Europa, los constituyen las enfermedades cardiovasculares, la patología tumoral, los accidentes de tráfico y desgraciadamente una nueva enfermedad, que es la droga y el SIDA, con un crecimiento rápido en el mundo.
Esta Ciudad también es consciente del problema y el año pasado surgió la “Coordinadora contra la droga”, que ha organizado manifestaciones y eventos deportivos tratando de sensibilizar a la población escolar. Dada la gravedad del problema y su extensión a cualquier nivel cultural o socioeconómico, obliga a la participación activa de toda la población, fundamentalmente con programas de educación de la población en salud comienza  a ser más alta. Poco a poco se van conociendo los llamados factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares, el tabaco, el alcohol, las grasas y la vida sedentaria… en este sentido pediría que no se utilice tanto el coche, en una ciudad relativamente pequeña que invita al paseo, qu en definitiva es un ejercicio sano, que ayuda a mantener el tono muscular y la actividad circulatoria. Es un ejercicio cardiosaludable.
Comienza a ser habitual conocer las cifras de Colesterol, nos vigilamos el peso y se analizan las características de los alimentos, con dietas más equilibradas, aprovechando los beneficios de la dieta mediterránea: cereales, legumbres y frutas como alimentos que van a aportar energía al cuerpo, junto con proteínas para favorecer el crecimiento celular y con ello el aumento de la talla de los individuos. El mejor ejemplo es mirar alrededor de nosotros, en este auditorio y podemos apreciar que nuestros hijos/as son más altos y mejor constituidos que nosotros.
En nuestra ciudad, como afortunadamente en todo el País, los recuerdos de una medicina rural, donde personajes como Saturnino Fernandez, José Gómez, Gabriel Benita que significaban los puntos cardinales de la sanidad, son ya historia.
Representaban junto con los compañeros médicos de ese momento,  toda la infraestructura sanitaria. Y a veces se consultaba simultáneamente al médico y al curandero de turno ante un mal de ojo, un dolor de barriga, que con su arte y sabiduría popular recurría a encender una lamparita de aceite o realizaba un masaje o “sobo abdominal” sin consecuencia negativa en el caso de una indigestión o desgraciadamente favoreciendo la difusión de una peritonitis ante un cólico miserere.
Pienso que esta Ciudad, a pesar del homenaje que en su día dio a Saturnino Fernandez, además de la calle que lleva su nombre y el número monográfico de la revista editada por Julián Martinez Fronce, continúa estando en deuda con él. Y fundamentalmente todas las personas que contamos por encima de 45 años, que nacímos aquí, vimos la luz gracias a su ayuda. He tenido la suerte de hojear su dietario donde hay anotados más de 3.985 partos hasta 1956 y sus honorarios profesionales, que en muchos casos se reducían a alimentos o animales que le regalaban y en algunas ocasiones él mismo aportaba dinero, para ayudar a  la familia a la que atendía.
Saturnino y José debieron pasar muchas noches en vela cuando tenía que administrar Penicilina en los años 50, ya que la impureza  de la misma obligaba a dosis pequeñas que tenían que inyectar cada dos o cuatro horas.
También recuerdo, cuando mis abuelos me enviaban a la botica de Benita a comprar una medicina. Por supuesto que no llevaba ninguna receta, simplemente pedía un remedio ante un mal Benita, con su bata blanca, me interrogaba, me hacía una breve historia clínica: ¿quién está malo?, ¿desde cuándo tose?, ¿tiene fiebre?,… y al final me daba el fármaco que cría más conveniente o me decía que volviera horas más tarde mientras trabajaba en su rebotica.
Se comentaban como gestas heróicas algunas de las intervenciones quirúrgicas que se hacían en el Hospitalillo o la complejidad de una transfusión sanguínea, teniendo que desplazarse un “equipo desde Cuenca”, para atender el parto de mi tía Obdulia que había tenido gemelos.
Me llevaban a la consulta de D. Juan Ruiz, cada vea que alguna mancha rara aparecía por mi cuerpo, quien vigilaba con su ciencia y la ayuda de su fonendo, la salud de la población infantil y la adulta.
Ya en los primeros años de mi carrera, asistía a la consulta de Felipe Falero, que para mí fue pionero de la medicina moderna en nuestro pueblo. Se había formado en un gran Hospital y además de un excelente base en Medicina Clínica, tenía conocimientos en Traumatología. Reducía e inmovilizaba las fracturas, además de realizar, revelar e interpretar las radiografías y los análisis clínicos. Su consulta siempre estaba llena y gozaba de un buen prestigio profesional y  humano, pero desgraciadamente fue víctima de esa nueva enfermedad, que es la carretera.
En el momento actual el panorama ha cambiado muy positivamente, y hoy se dispone de un Centro de Salud, que funciona las 24 horas del día y donde es posible realizar análisis de sangre… Aunque no existen las especialidades más primarias que necesitaría una Ciudad de estas características, se pueden realizar consultas en Cuenca o Madrid. Posiblemente a las autoridades locales, les toque el papel de seguir presionando a los organismos autonómicos sanitarios para aumentar el número de especialistas y conseguir un transporte eficaz y rápido (UVI móvil), imprescindible en casos de infarto de miocardio, accidente laboral o de tráfico en los que la supervivencia del paciente está en relación directa con el tiempo y las condiciones del traslado.
En segundo lugar me gustaría destacar la importancia de la educación y de la cultura dentro de la vida de un pueblo.
La cultura no es sólo el conjunto de conocimientos técnicos, literarios, y artísticos de un individuo, la  cultura no se posee, la cultura es, nuestra forma de vivir, de relacionarnos con los demás, de organizar nuestro tiempo libre… A menudo queda relegada a un segundo plano, detrás de otras necesidades que consideramos más importantes, e ignoramos el beneficio que aporta a quien la disfruta. La lectura, la música, el cine, las tradiciones, los avances técnicos y científicos enriquecen la vida de un pueblo y las relaciones entre sus habitantes.
Es fundamental invertir en bienes culturales, para conseguir nuevas dimensiones vitales.
Afortunadamente nuestra Ciudad cuenta con una buena infraestructura como son abundantes aulas de enseñanza pública y privada y ejemplo de ello, tenemos los Colegios Melchor Cano y Hermanas Mercedarias; instituto de Enseñanza Media y de Formación Profesional. Dispone además de un Conservatorio de Música, la Biblioteca Municipal “Luis Rius” y una escuela de pintura.
En los últimos años han aparecido distintos grupos culturales y musicales, como colectivo teatro local “Llave", asociación Electa y Malena, asociación de amas de casa Luisa Sigea, cine club “Juan Valdés”, la revista Malena, la agrupación musical Ntra. Sra. De Riánsares, grupo folclórico “Caño Gordo”, amigos del caballo….
Al leer la revista Malena o el Día de Cuenca aparecen continuamente actos organizados por dichas entidades, como I Certamen Regional de Laúd y Guitarra, el festival “Luisa Sigea” los Juegos Populares, el V Encuentro de la tercera edad en Castilla –La Mancha, I Marathón de Radioaficionados, el X Festival de Bandas de Música y el II Certamen Regional de Música que patrocina la Federación Comarcal de Asociaciones Culturales “Cervantes”, celebrará su fase final en esta ciudad durante el mes de Noviembre. Todos estos acontecimientos demuestran su vitalidad y dinamismo con la participación de distintos colectivos.
En resumen, se trata de una ciudad próspera, con muy bien nivel económico, a juzgar por el desarrollo de la Banca, el comercio y una completa red hostelera. Así mismo su tamño y superficie, permite llevar una vida tranquila, sin la opresión y angustia de las grandes ciudades. Además de tener garantizada la educación básica, se puede participar y/o disfrutar de las muchas actividades culturales que en ella se organizan. Por último su localización y excelente comunicación por carretera permite desplazamientos rápido para cubrir todas su necesidades. Después de desarrollar tantas actividades es necesario hacer un alto en el camino y prepararse para celebrar las fiestas. Ha llegado la hora de anunciar nuestra fiesta.
El chupinazo del día 7 pondrá en marcha a las peñas que iniciarán el galopeo; el bullicio, la alegría, la diversión inundará las calles. Vivámoslo intensamente.
Las fiestas y funciones sirven para olvidarnos de la rutina y los problemas del trabajo, en compañía de nuestras familias y amigos.
Si algo caracterizan estos días y muy fundamentalmente el día grande, el día de la patrona de la Virgen de Riánsares es la hermandad y unión entre todos los taranconeros.

Paisanos a divertirse tocan.
¡FELICES FIESTAS Y FERIAS!
¡VITOR A LA VIRGEN DE RIÁNSARES!
Muchas gracias.
José Mª Alcázar de la Ossa

Artículo que se encuentra reflejado en el programa de fiestas de Tarancón de 1994

Pregón de fiestas de Tarancón


PREGON DE FIESTAS DE TARANCON- 1992


Parafraseando al gran poeta clásico Horacio, bien podría yo empezar este pregón festivo con un “feliz y afortunado aquel que reconocimiento encuentra entre los suyos”, pues como una muestra de reconocimiento he de interpretar el honor que la Comisión de Festejos de Tarancón –mi pueblo- me ha hecho al encomendarme, por boca del concejal de cultura D. Julián García Navarro (el amigo “Zaca”) el pregón de fiestas de este año.
Un encargo que he aceptado, claro está, con enorme placer, pero también (y por qué no decirlo) con algo más que una pizca de temor.
Porque ¿Cómo podría yo no ya superar sino también sólo igualar la calidad literaria, el valor estético y la intensidad lírica de mis antecesores en esta tribuna festiva?. ¿Cómo un profesor de física y modesto investigador científico podría ser capaz de emular la fulgurante retórica, en los púlpitos tantas veces probada, del querido padre Bernardino; el hondo, recio saber d este ilustre taranconero que es el Padre Ocaña; la amplísima erudición del investigador y archivero Dimas Pérez; la, en fin, muy notable sabiduría sobre lugares, hechos y costumbres de nuestra región, y en particular de nuestro pueblo, de nuestra región, y en particular de nuestro pueblo, de nuestra región, y en articular de nuestro pueblo, Marino Poves. Vano ciertamente sería el intentarlo, así que en este pregón no trataré de presentar ningún tipo de exposición más o menos erudita acerca de nuestra ciudad, que, en ningún caso, hubiera llegado a tener el valor y la calidad de los trabajos realizados por las personas que acabo de citar.
Hablaré, por el contrario, en un tono más personalista y, por ello, tal vez más coloquial de recuerdos, muchos de ellos supongo que compartidos por bastantes de los presentes, y que sin duda surgen con particular intensidad en estas fechas para los taranconeros tan significativas. Conectaré estos recuerdos con las sensaciones y emociones que el Tarancón actual produce en alguien que aquí ha nacido pero cuyas actividades profesionales le han llevado a residir fuera. Y todo ello, desde luego, enmarcado en el ámbito de nuestras fiestas patronales, que al fin y al cabo es lo que ahora se está pregonando.
Como, supongo, también les ocurre a otros taranconeros (y taranconeras) de mi generación, nuestras fiestas de septiembre en ciertos momentos me retrotraen al Tarancón de mi niñez, de esa ya lejana década de los años cincuenta, cuando todavía no se había iniciado el gran desarrollo comercial y, sobre todo, industrial que experimentaría nuestra ciudad en años posteriores. seguramente el Tarancón de aquellos cincuenta, no se diferenciaría mucho, en lo esencial, del de las décadas precedentes. La sociedad taranconera aún tenía entonces casi todas las características de una colectividad en la cual predominaba el elemento rural, aunque el comercial y de servicios empezaba a adquirir cierta importancia. El ambiente de un pueblo más o menos en esa época (de un pueblo manchego como el nuestro) ha sido fielmente descrito por un excelente escritor de nuestra región, el novelista tomellosero Francisco García Pavón que se hizo muy popular, en la década de los setenta, con sus novelas sobre Plinio, el ficticio jefe de la Guardia Municipal de Tomelloso, que con su inteligencia natural y un sentido común muy manchego (recordemos al Sancho Panza gobernador de la ínsula de Barataria) no dejaba en su pueblo delito sin aclarar ni misterio sin resolver. En lo referente a García Pavón, lo más destacable, en mi opinión, de sus novelas no es tanto su faceta policial cuanto las magistrales descripciones de tipos y ambientes manchegos que aparecen en ellas. A una de tales novelas, “El reinado de Witiza”, pertenece al párrafo que seguidamente voy a leer, en el que se expresa con recia y profunda belleza a la fuerza de lo tradicional en la vida de los pueblos de entonces:
“Sólo en los pueblos, donde hay casas, iglesias y muebles y fuentes, columnas y humilladeros, la vida de los hombres se muestra más remisa al borrador. Se engancha en cortinas y veletas, en nichos escritos, en callejones y tabernas, y permanecer más….”
Estas líneas creo yo que se corresponden bastante bien con el Tarancón de la época que estábamos mencionando. En ellas se habla de callejones y tabernas. La mayoría de aquellos todavía permanece, casi todas éstas ya han desaparecido. En su lugar, los inapelables dictados del progreso han hecho que el pueblo rebose hoy en día de modernos bares, cafeterías y pubs.
No obstante la taberna era una autentica institución en la vida cotidiana del lugar. Yo, de aquella época, recuerdo sobre todo la del “Tío Palico”, que se hallaba situada en la calle de la Estación, y a donde algunas veces entraba a buscar a mi abuelo. Y recuerdo la fascinación que me producían los parroquianos, la mayoría de ellos de edad avanzada, que jugaban a las cartas, y bebían y, sobre todo, hablaban. Algo más tarde me enteré de que el juego entonces más popular era el trueque. Y asimismo supe que era éste un juego muy antiguo, que con diversos nombres y variantes se venía jugando en casi toda España desde finales de la Edad Media y al que, con cierto exceso de fantasía seguramente, se ha llegado a emparentar con el mágico Tarot.
Pero, fantasías aparte, lo verdaderamente real en esas tabernas, l que inmediatamente saltaba a la vista, eran las conversaciones, el acompañar de la palabra al vino, ejemplo vívido del espíritu mediterráneo; la forma más civilizada de beber, que de uno u otro modo debemos a los antiguos griegos.
Un conocido, que en razón a su trabajo hubo de afincarse en nuestro pueblo más o menos por aquel entonces, me comentó en cierta ocasión que una de las primeras cosas que le habían dicho en una de esas tabernas (o quizás fue en algún bar, para el caso es lo mismo) es que el vino tiene que ser “cascao”; lo cual considero como manifestación de un profundo arte de buen vivir, y que dicho sea de paso, ha tenido su éxito cuando lo he repetido en diversos ambientes (eso sí, una vez traducida del taranconero al castellano común la voz “cascao”).
En esta nuestra tierra manchega la fiesta va unida casi indisolublemente al vino. Y en Tarancón había –y hay- muchas fiestas, pero “las fiestas”, las que el artículo determina sin ambigüedad posible, ésas son las de septiembre que nuestros abuelos conocían por el entrañable nombre de “las funciones”. Una de las fiestas que conservaban, como lo hacen aún hoy, el sabor de antiguas celebraciones, centradas en el culto a la patrona del lugar, la Virgen de Riánsares y, que en los años a que me estoy refiriendo, todavía contaban con el importante añadido de una auténtica feria de ganado, donde, aparte los tratantes, la figura del vendedor ambulante, o charlatán de feria, surgía en todo su esplendor arropada por un verdadero remolino verbal.
Un ilustre poeta taranconero, que acabó afincándose en México después de la guerra, Luis Rius, describió en versos de sencilla y sutil belleza muchos de los aspectos de las fiestas en el Tarancón de la segunda mitad del siglo pasado. La poesía de Luis Rius refleja con fidelidad las tradiciones de nuestro pueblo. Los versos que en un momento leeré pertenecen a su obra “Romancero de Fernando Muñoz y de la Reina María Cristina”, cuya lectura recomiendo encarecidamente a los interesados en los aspectos tradicionales de las costumbres y modo de vivir de Tarancón, pues, además de su indudable calidad literaria, esta obra tiene el valor adicional de reproducir magistralmente una auténtica galería de tipos y ambientes cuyas características esenciales perduran en el Tarancón actual. Tomando como “Leit motiv” los muy famosos amores de nuestro paisano Fernando Muñoz Sánchez con la viuda de Fernando VII, la obra mencionada es como una especie de fresco de la sociedad taranconera de la época.
(Aparte y entre paréntesis debe hacerse notar que nuestro muy ilustre paisano tiene el innegable mérito de aparecer como un claro pionero del pacifismo actual en eso de “haz el amor y no la guerra”).
Volviendo a la citada obra de Luis Rius, así empieza la descripción que en ella se hace del ambiente taranconero en el día grande de nuestras fiestas, el ocho de septiembre, festividad de la Virgen de Riánsares (los versos siguientes pertenecen al poema “La fiesta de la Patrona”, contenido en dicha obra).
Hoy es ocho de septiembre,
y es un gran día de fiesta;
el de la Virgen de Riánsares
que en Tarancón se venera.
De la ermita la trajeron
el quince de agosto, apenas,
rodeada de faroles
que llevan los de las cuentas.
A lo largo del camino
y en los cerros hay hogueras.
Labradores cuando pasa
a la Virgen vitorean.
Estas costumbres en lo esencial perduran. Desde luego , la imagen de la Virgen no va en la actualidad “rodeada de faroles que llevan los de las cuevas” y, además de labradores, contemplan su paso comerciantes, empleados, funcionarios y un largo etc, que comprende la gama de profesiones presente en una colectividad tan dinámica como la del Tarancón actual. Pero, repito, lo esencial se mantiene. La imagen de la Virgen, los quinces de agosto, es recibida con los mismos sentimientos que lo fuera hace un siglo por nuestros bisabuelos. Sentimientos que se resisten al encasillamiento analítico, porque de algún modo trascienden el análisis puramente racionalista, porque son cumplida  manifestación de emociones colectivas.
Este tipo de sentimientos y de emociones colectivas es lo que verdaderamente estructura un pueblo, lo que lo vertebra. Plr eso, aparte el valor religoso que, es seguro, tienen para los creyentes, ellos resultan tan relevantes para la convivencia y para la armonía social. Nuestro Tarancón no habría devenido en lo que es, en lo que hoy representa para nosotros, sin esa devoción secular a nuestra patrona la Virgen de Riánsares.
El pasado quince de agosto me encontraba lejos de Tarancón, y como cualquier taranconero en circunestancias análogas sentía esa especie de morirá que nos embarga al hallarnos fuera del pueblo en fechas tan señaladas. Mas he aquí, que ante mi gran sorpresa, ví que en el lugar donde estaba, un pequeño pueblo del sur de Polonia, cerca de la frontera de ese país y Checoslovaquia, se celebraba también la festividad de la Virgen de Agosto con festejos populares no muy diferentes de los nuestros. Al atardecer, podían incluso verse hogueras tiñendo de rojo en algunos puntos la verde campiña polaca. Alrededor de estas hogueras, la gente bebe, charla y canta, de manera similar a como solía hacerse en nuestro pueblo por San José. Todo eso me indujo a reflexionar acerca del valor casi universal de ciertos símbolos, y de la constancia en el tiempo y el espacio de los sentimientos a ellos asociados (al margen, ello puede asimismo sugerirnos alguna consideración anterior a la incorporación al Mercado Común y tiene raíces mucho más profundas que las estrictamente económicas).
Y todo estos símbolos, creencias, emociones colectivas han sido repito, decisivos para forjar el Tarancón de finales del siglo XX, el Tarancón que hoy conocemos y amamos. Un lugar dinámico, pleno de actividad económica. Una ciudad que, claro está, tiene problemas de infraestructura, de empleo, de desarrollo, como corresponde a su complejidad, pero que goza de una evidiable vitalidad que nos permite contemplar el futuro con un razonable optimismo.
En nuestros viajes, muchos nos hemos sentido bastantes veces halagados al ver en remotos lugares productos de nuestro pueblo. Aunque pueda parecer algo pueril, yo miso sentí una gran emoción al notar que la botella de vino que me servían en el hotel para científicos del Centro de Investigación Nuclear de Dubna, cerca de Moscú, lucía en su etiqueta el nombre de una bodega de Tarancón (Spain). Y con ello orgullo (alguien dirá que provinciano, y yo que a mucha honra) le dije a mi compañero de mesa, a la sazón un profesor de física del Instituto Poincará de París (y como buen francés convencido de que sólo el vino de su país cuenta), que Tarancón era mi pueblo y de allí venía el vino que estábamos bebiendo.
Aunque, por otra parte, esa difusión del vino de nuestra comarca no debería sorprendernos demasiado. de casta le viene al galgo, bien podríamos decir. Ya en las Relaciones Topográficas que mandara hacer Felipe II, a mediados del siglo XVI, y que constituyen una especie de detallado inventario de la producción agrícola de los pueblos de España en esa época, se cita a Tarancón como lugar donde se produce una apreciable cantidad de buen tinto. Y a mediados del siglo pasado, Mesonero Romanos decía en alguno de sus magníficos ensayos acerca de la vida cotidiana en el Madrid de entonces que los blcos de Arganda y Colmenar de Oreja y el tinto de Tarancón eran ls vinos más apreciados en los mesones y las posadas de la Cava Baja madrileña. Así también lo entendía nuestro casi paisano D. Fermín Caballero, ilustre escritor y geógrafo hijo de Barajas de Melo y contemporáneo del citado D. Ramón de Mesonero romanos, cuando citaba un dicho ya popular en su tiempo.
En Tarancón vino
en Belinchón sal
y en Barajas pepinos
no pueden faltar.
Algo, en lo concerniente a Tarancón, que el genio popular supo resumir en la estrofa de una seguidilla manchega:
En Tarancón, señores,
las hay hermosas
las tinajas de vino
y también las mozas.
Y aunque hoy en día, en aras al progreso, la mayoría de las tinajas han sido sustituidas por conos de cemento, la calidad del vino de nuestro pueblo y la hermosura de sus mozas gracias al cielo permanecen incólumes.
Pero la anécdota del vino de Tarancón en Rusia sirve sólo como un pequeño ejemplo de la pujanza industrial y comercial a la que antes me refería. Tal vez una de las muestras más claras de dicha pujanza sea la Feria Regional de Alimentación e Industrias Afines, en cuya sede ahora nos encontramos, y cuya importancia está trascendiendo los límites de nuestra comunidad regional para empezar a ser un evento con resonancia nacional.
Se halla muy lejos de mi ánimo el cargar este pregón, que quiere ser festivo, de reflexiones serias sobre el presente y futuro de Tarancón. No obstante, permitidme un breve comentario acerca del papel de la cultura, en la más amplia acepción de la palabra, en la vida comunitaria de un pueblo como el nuestro.
Las actividades culturales tienen al menos tres facetas dignas de ser destacadas:
                Primero, su carácter lúdico. La cultura auténtica jamás es aburrida, sólo la seudocultura lo es. Las actividades culturales bien entendidas deben contribuir a la sana diversión colectiva, y esto debe ser así, muy particularmente, en las dirigidas a la juventud.
                Segundo, su interés al contribuir a la formación humanística en una época en la que los avances tecnológicos, muchas veces no muy bien asimilados, pueden de algún modo contribuir a una cierta deshumanización.
                Y, tercero, su ayuda inestimable en estrechar los lazos entre las personas, fortaleiendo el espíritu de comunidad.
Ejemplos numerosos hay de pueblos y naciones que han conseguido su supervivencia frente a vicisitudes de todo tipo gracias a su identidad cultural; en el caso de la España de la Reconquista o,  más recientemente, el de la Polonia del siglo pasado son suficientemente significativos. Hoy en día, el Japón, sin ninguna duda el país económicamente más pujante del mundo, es también el estado que más dinero emplea en fomentar la cultura.
Yo, desde mi sencilla posición actual de pregonero de festejos pido a todos los taranconeros y muy en especial a las autoridades municipales que hagan todo lo que esté en su mano para fomentar la cultura en Tarancón. Es un empeño cuyos resultados tal vez no se nos muestren a muy corto plazo, pero que ciertamente merece la pena.
Ahora bien, llegados a este punto de justicia señalar que existen en Tarancón organismos oficiales y grupos de personas que ya están llevando a cabo encomiable labor  cultural. Pido perdón ante el probable olvide de alguien, pero no puedo por menos que empezar mencionando el gran trabajo que en tal sentido vienen realizando la Casa de la Juventud y la Casa de la Cultura, sede ésta de la Biblioteca Municipal. Fue en dicha biblioteca, a la sazón situada en el caserón que fuera antiguo palacio de los duques de Riánsares, donde muchos de mi generación, y yo mismo, tuvimos los primeros contactos con la literatura. Espero y confío que nuestra querida y venerable biblioteca sirva aún para satisfacer, al menos en parte, los anhelos culturales de los vecinos de Tarancón y, sobre todo, para despertar tales anhelos entre la juventud taranconera.
En este sentido, deben citarse el loable empeño de difusión cultural que representa la revista Malena y las brillantes actividades musicales de la coral del mismo nombre. Y, hablando de música, resultan de obligada mención la ecelente banda “Agrupación musical Nuestra Señora de Riánsares” y el grupo “Caño Gordo” y sus simpáticos alevines del “Caño Chico”, que tanto hacen por nuestra música opular. Asimismo, en lo referente al teatro, la esforzqada labor del grupo “Llave” es digna de elogio.
Grupos de personas, en fin, que muchas veces prácticamente desde el anonimato están batallando con un auténtico fervor para mantener viva la llamada cultural en Tarancón.
Querría ahora hablar, aunque sea muy brevemente, de algo que a primera vista puede parecer que no tiene mucho que ver con la cultura, y que seguramente así es si entendemos ésta en un sentido estrictamente académico, pero no desde luego en el sentido más amplio de la palabra. Una cosa que yo me atrevería a calificar de esencial para la convivencia es disponer dentro del casco urbano de zonas de esparcimiento, de zonas verdes, de parques, en suma; es algo que a nuestro querido pueblo le está haciendo mucha falta y que esperemos no tarde en conseguirse.
Pero he prometido no sobrecargar con tintes d seriedad este pregón, así que no voy a insistir más en estos temas. En realidad creo que debo ir acabando, siguiendo la sabia conseja del moralista francés Fenelón: “Mientras más digas, menos se recordará; cuantas menos palabras, mayor cosecha” O (y quizás más apropiado en el presente caso) la sentencia no menos sabia del misionero lazarista del siglo pasado, padre Juan Mª Odín: “Jamás se descubre mejor a un hombre que sabe poco que cuando habla mucho”. Así que estoy dispuesto a terminar, pero no sin antes desear a todos los taranconeros y visitantes de nuestra ciudad lo mejor durante estas fiestas, recomendándoles que, al menos hasta el día catorce, sigan el consejo latino:
“Omissis curis, juncunde vivendum ese”
Que, como me enseñaron en el colegio Melchor Cano el padre de Eloy y, sobre todo, mi querido profesor y amigo D. Julio González Laganá, viene a decir que perdamos el cuidado y vivamos alegremente. Buena receta ala que yo quiero añadir, ahora sí como final de este pregón, un saludo a nuestra manera tradicional:
¡Vitor a la Santísma Virgen de Riánsares y buenas funciones a todos!
Muchas gracias.

JOSE LUIS SÁNCHEZ GÓMEZ

Artículo se puede encontrar en el programa de fiestas de 1993

viernes, 19 de febrero de 2016

Recuerdo Musical de Tarancon








RECUERDO MUSICAL

Corrían los primeros meses del año 1925, cuando un grupo de entusiastas de la música acordaron formar la Banda Municipal de nuestra ciudad.


 Banda de Mñusica hacia 1926, en el patio del Palacio de los Duques de Riánsares, donde se encontraba la academia.
Músicos: de izquierda a derecha y de arriba a abajo: Manuel López, Luis Zoyo, Santiago Morcillo, Zacarías García, Jose Victor García, Cosme, Vicente Domínguez, Federico Alcazar, Ángel Torrero, Francisco Antona, Rafael de la Ossa, Isidoro Moreno, Antonio Torres, José López, Francisco Ruiz, Julián García, Vadillo, Jorge, Antonio Díaz, Guardias Municipales, Celedonio Diaz, Dominguez "monjara", Plácido Rubiato, Dominguez, Isidro, José Gómez Yunta (el barbero), Mariano (botero), Isaac Garrido, Eustaquio vindel, Felipe (casima), Honorio (impresor), Miguel Moreno, José Díaz, Juan Ruiz, ¿?, Gregorio Magro, Francisco Villanueva, Antonio Fernández.
Un año después, precisamente en un día tan señalado para los taranconeros, (15 de agosto de 1926) sale a recibir a nuestra excelsa Patrona la Santísima Virgen de Riánsares desde la Academia a la Iglesia. Un día grande para todos nosotros y de alegría por tan singular acontecimiento.
Vaya un sincero recuerdo para estos esforzados que hicieron posible que Tarancón pudiera contar con una banda de la cual salieron grandes músicos, no ya locales sino algunos que llegaron a ser famosos.
Hoy en 1978 bajo la batuta de un gran maestro D. Superancio Martinez, sigue con unos pocos descendientes de aquella primitiva Banda cosechando triunfos tras triunfos allí donde actua, tanto dentro de nuestra región, como en la zona más musical que hay en España: Valencia y Alicante,
Al llegar nuestras fiestas patronales, pedimos un aplauso para estos muchachos cuando salgan el 7 de septiembre a inundar nuestras calles con sus alegres pasodoblres que, al fin y al cabo, a todos nos alegran el corazón.
Al contemplar esta antigua foto, os pido un emocionado recuerdo para los que ya no están con nosotros y que hoy, al cabo de tantos años, aún viven en nuestro afecto.

Artículo que se puede encontrar en el promaga de fiestas de Tarancón de 1978, por E:T:



LOS MÚSICOS

Fue a finales del año 1924 cuando se tomó la decisión de formar una banda de música en el pueblo y para ello se establecieron contactos con Don Julián García- "el ciego parrito"- persona con amplios conocimientos musical y su dominio de varios instrumentos: piano, acordeón, guitarra.
Año y medio después de ensayos, trabajo y esfuerzo estos músicos desfilaron por las calles de Tarancón, el día 15 de agosto de 1926, desde la glorieta de la Estación hasta la Cuesta de la Bolita para recibir a la Patrona Nuestra Señora de Riánsares, entre los aplausos de los vecinos que llenaban las calles. Esta tradición se ha venido manteniendo hasta nuestros días, desfilando la banda desde el Ayuntamiento.
Aquella treintena de músicos, no podían imaginar que estaban poniendo la semilla que ha florecido, ochenta años después en el esplenderoso vergel que es el paisaje musical de nuestro pueblo.
A lo largo de estos noventa años han sido muchos los músicos y las músicas, que han formado parte de la Agrupación musical, siendo varias las familias que han tenido, con orgullo, a tres generaciones de músicos en la Banda a lo largo de este período de tiempo.
Con la universalización de la cultura general y de la cultura musical en particular son muchos los músicos que han accedido a estudios superiores, licenciaturas y diplomaturas musicales, formación musical superior en distintos conservatorios que ha permitido hacer su afición una profesión, con un inicio común: todos empezaron su andadura musical en la Escuela de Música de Tarancón para pasar más tarde a la Banda.
No queremos olvidar a los músicos que con sólo los estudios musicales en la Academia y sobre todo con su enorme afición y sacrificio han mantenido y mantienen el nombre de Tarancón, de su Agrupación Músical, en lo más alto.
La relación de directores a lo largo de la historia de la Agrupación Musical Ntra. Sra. de Riánsares es la siguiente:

D. JULIÁN GÓMEZ GARCÍA. (1924-1925)
D. JOSÉ LÓPEZ (1925-1929)
D. CLAUDIO RIPOLL (1929-1935)
D. DOMINGO MARTÍNEZ IBÁÑEZ (1954-1957)
D. GUSTAVO MARTÍNEZ (1957-1964)
D. JULIAN LOPEZ CALVO (1964-1971)
D. EXUPERANCIO MARTÍNEZ (1971-1978)
D. JESÚS PINTO (1980-1982)
D. ÁNGEL CALLEJA ZAMORA (1982-1990)
D. CRISTÓBAL MORENO RAMA (1990-1991)
D. ISABELO CHAVES CUENCA (1991-....)
D. FRANCISCO VILLANUEVA y D. ALEJANDRO NAVARRO ejercieron las funciones de Director durante algunos meses en los años 1954 y 1990 respectivamente.

En 1983 el Ayuntamiento de Tarancón nombró director honorifico de la Agrupación a D. PRÁXEDES DELGADO, autor del pasodoble "TARANCÓN".

LOS ESPACIOS

En estos noventa años transcurridos entre mil novecientos veintiséis y dos mil dieciséis  es difícil encontrar una calla o una ermita del pueblo que no haya visto desfilar a los músicos de Tarancón, a nuestra Banda. No hay plaza ni recinto cerrado, significativo en el pueblo, que no haya sido testigo de sus actuaciones. 
Es lógico que los primeros acordes se dieran por la calle para más tarde pasar al quiosco del Ayuntamiento, en la Plaza de la Constitución, hoy desaparecido.
La glorieta del Convento, la Plaza de los Castellanos, la Plaza de Castilla- La Mancha -antes el Jesús-, las puertas de la ermitas de San Juan, Santa Quiteria, San Isidro, San Roque,... todas las calles del pueblo con sus dianas y procesiones; el inolvidable Cine Alcázar, el incomparable entorno de Nuestra Iglesia Parroquial, teniendo como fondo el maravilloso retablo han sido testigos del buen hacer, del trabajo, del esfuerzo de nuestros músicos.
A partir de los años ochenta se crean espacios: el Pabellón de Ferias, el Centro Escénico de San Isidro, y sobre todo, el Auditorio Municipal que junto al quiosco de la música del Parque "Reina María Cristina", inaugurado por la Agrupación Musical en agosto de 2005 han creado referente cultural en la comarca y en la zona.
Por otro lado los intercambios con las bandas asistentes a los XXIII encuentros de bandas de música que se han celebrado hasta ahora ha supuesto que nuestros músicos hayan actuado en otros espacios. La asistencia a los desfiles procesionales de la Semana Santa de Cuenca han permitido que nuestra Banda sea conocida en toda la región y otras Comunidades Autónomas habiendo conseguido un prestigio que la sitúa entre las mejores en su género de Castilla -La Mancha.


DON ISABELO CHAVES CUENCA

Horcajeño de nacimiento. Estudia en el Conservatorio Medio de Valladolid y en el conservatorio Superior de Madrid donde se especializa en clarinete con los profesores D. Germàn Burgos, Sr. Garrote y D. Máximo Muñoz Pavón, solista de la Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española.
Cursa estudios de Armonía, Instrumentación y Composición con los profesores D. Julián Calvo y el Sr. González de Azilú....
Fue componente-fundador del cuarteto de clarinetes "Ciudad de Madrid". Dirigió la banda de música "El Santo Rostro" de Honrubia.
en 1991 se hace cargo de la Agrupación Musical "Nuestra Señora de Riánsares", iniciando una profunda renovación en la misma. Bajo su dirección se crea la Escuela Municipal de Música, que en la actualidad (2006) cuenta con más de cien alumnos y mas de una decena de profesores.
En el verano de 2001 crea la Banda Juvenil con más de cincuenta músicos menores de dieciséis años, vivero de la Agrupación.
En la actualidad (2006) compagina el cargo de Director de la Agrupación Ntra. Sra. de Riánsares con la labor de profesor de la Banda de Música del Cuartel General del Ejército de Aire, "Mando Aéreo del Centro". Bajo la dirección de D. Isabelo Chaves Cuenca, nuestra Agrupación Musical alcanza el brillante presente en el que se encuentra, preludio de un futuro mejor.

AUSENCIAS

Una mañana de Julio quedaron en silencio los instrumentos.
Y tu flauta para siempre.
Los oboes, las tubas, los saxos, los clarinetes, las trompas, los fagots, los requintos, la caja y los platillos, las trompetas,... enmudecieron un instante.
Y tu flauta para siempre.
La alegría de tu música dio paso a la tristeza del doblar de las campanas. Todos nos sentiamos disminuidos porque sabíamos que doblaban, también, la partitura total que es el infinito.
Para todos los que pobláis de ausencia nuestros conciertos son estas palabras, nuestro recuerdo y nuestro agradecimiento.

Articulo en Programa de Fiestas 2006

viernes, 12 de febrero de 2016

Nombre TARANCON

SENTIDO DE LA HISTORIA DE TARANCÓN

Explicar lo que ha sido Tarancón en el pasado es lo mismo que ir dando cuenta de lo que Tarancon ha aportado a la historia de la provincia y de España. e incluso el mundo. Así de sencillo. Aunque parezca a primera vista pretencioso.
Ciertamente que hay personas de gran carácter, de gran sabiduría, de gran potencia creadora, notables, en una palabra, en cualquier orden de cosas y entonces su influencia universal.

Hubo arquitectos cuyas obras y proyectos llegaron hasta Italia. Hubo un misionero que trabajó al otro lado del oceáno. Hubo doctores que enseñaron teología al mundo entero.... Esa es la verdadera aportación a Tarancón a la historia.

EL NOMBRE "TARANCÓN"

¿Cuándo se uso por primera vez la palabra TARANCÓN?
En la parte más céntrica de la población actual existió un poblado celtíbero. Era un pequeño grupo de la tribu de los olcades, que ocupó casi toda la provincia de Cuenca. O de los lusones, que también parece tuvo aquí algunos asentamientos.
Hace unos años, cerca del Instituto de la Hontanilla, en unos solares cercanos, se hallaron bastantes restos, vasijas de barro, ajuares de bronce, sepulturas, huesos, etc., pertenecientes a estas tribus.
Sobre el mismo poblado se establecieron luego los romanos. También se conocen por los restos hallados: mosaicos, ánforas, trozos de edificación, la muralla que rodeaba el "castillejo", el arco que luego se llamó de la "Malena".... Tampoco sabemos como los romanos llamaron  este pueblo. Vinieron luego visigodos y después árabes. Se han hallado señales de estas épocas. La teoría de Tarancón aparece por vez primera en la llamada "Hitación de Wamba", que se creía era del siglo VII (época visigoda), es falsa. Se ha demostrado que tal documento es del siglo XI. 
La palabra se encuentra por primera vez en pegaminos del siglo XII, pertenecientes a la Orden de Santiago. En ellos está escrita tal como hoy la pronunciamos y la escribimos "TARANCÓN". Por eso en las relaciones de Felipe II (año 1575) se dice: "Tarancón siempre se llamó así y no sabemos que haya tenido otro nombre".

MÁS DE DOS MIL AÑOS DE HISTORIA

Tres cosas quedan claras y nos llena de satisfacción:
1. Tarancón es un pueblo que existe desde los celtíberos varios siglos antes de Cristo.
2. Problablemente se llamaba así por lo menos desde los romanos.
3. Su nombre figura exactamente como hoy conocemos desde el siglo XII.

Muchas personas creen que nuestro pueblo es tan moderno que apenas tiene historia. Eso no es verdad. Otra cosa es que haya ido creciendo y se haya ido transformando y cambiando su fisonomía y que conserve menos cosas antiguas que otros pueblos. 

No sabemos lo que significa TARANCÓN y desde luego no puede venir de "trancón", por más que en el escudo aparezca una banda atravesando la puerta de la muralla. 


Escudo de Tarancón


Panorámica de Tarancón