PREGON DE FIESTAS 1994
¡Quiero clavar mi última bandera!
en el alma de este pueblo tan querido,
pues mi pobre corazón se muere herido,
y nace su dolor en torrentera.
¡Tú eres Tarancón, pueblo divino!
la razón que me hace andar de peregrino,
con el paso marcado en el destino,
dejándome la piel en el camino.
¡Quiero llevar la Cruz sobre mi hombro,
sin calvario, con amor y sin asombro!.
¡Quiero… Tarancón, que seas el broche
del último beso de mi frente,
y poder disfrutar entre tu gente,
el ser pregonero de esta noche.
Distinguidas y dignísimas Autoridades, Comisión de Festejos, Reina y
Damas de la Corte de Honor, Señoras y Señores, taranconeros todos:
Cuando el mes de enero aproximadamente, me comunicó a través de
escrito, la decisión tomada por el Excmo. Ayuntamiento, representado por equipo
de gobierno e informado en una Comisión de Cultura, juntamente con los miembros
de la comisión de festejos, para que recayera sobre el peso de mis hombros la
dura responsabilidad de ser el pregonero de nueva edición de fiestas 1994; pues
bien, en principio me sentí como muy preocupado, ya que no es tarea fácil
pregonar en el pueblo de uno, donde casi nunca se llega a ser profeta en su
tierra y mucho menos , cuando en esa baraja de pregoneros, antecesores a mí,
han sido todos unos verdaderos ases. Yo me atrevería a decir, que unas primerísimas figuras. Un
pobrecillo maletilla como yo, cargado con su atillo de un inconfundible
taranconerismo, con su corazón lleno de ilusión y bastante herido, puesto a
disposición de su pueblo de sus gentes y rociado de una buena voluntad, trata
de saltar al cercado de este escenario, para poder ponerse a la altura de esas
primerísimas figuras, en una competencial legal –otra cosa es que la consiga-,
y al menos poder dar una vuelta al ruedo, valga el símil o paradoja, ensalzado
las formas, costumbres y personajes, que al fin y a la postre, han ido moldeando y configurando los
preludios y prolegómenos de sus historia.
¡Dejadme compañeros y amigos, soñar con algo que ha roto mi silencio
en bandolera día a día, arrastrándome entre el duro polvo del camino, para
llevar sobre el morral de mis pobres espalda, ese aso romero y decidido, que
nos marca y nos hace peregrino infatigable de la vida!
¡Dejadme, por tanto, por favor, soñar… con algo, que desde mi más
tierna infancia soñaba, y a veces quizás, abatido por el salpicado cansancio y
abierto y roto mi pecho en desgarradores jirones de dolor y miedo. Por eso, solamente
por eso, ha nacido una fuente clara y cristalina que mana a raudales cariño y
amor a hacia ti, que ha dejado enfermo y mal herido a mi pobre corazón sobre la
cuneta de esa dura y apasionada vereda!.
¡Ese eres tú… TARANCÓN…lleno de arrogancia y señorío, donde en tus
primeros visos de juventud, ya se iba denotando poco a poco, esos aires de
grandeza, de altanero y como no, de una nobleza inconfundible, propia de esas
esencias de fragante aroma de sus tierras y sus gentes, esparcidas en
torrentera por la mano calcinada del astuto labrador e impregnada en las viejas
cascarillas de las paredes de sus blancas casas!.
¡TARANCÓN…eres ese hito, que enmarcado con tu bella Torre en la
planicie castellana, sus vetustas piedras sirven para que poco a poco vayan
separando con la más exquisita delicadez y regusto La Mancha de la Alcarria,
donde en perfecta formación arquitectónica juegan las cepas y los olivares,
mientras esa luna de cara llena –distinta a las demás lunas- como de verdad son
las cosas de mi pueblo, busca en el silencio profundo de la noche oscura, con
los mil ojos parpadeantes de las estrellas en una fugaz carrera, los destellos
maravillosos de luz que se enredan en los troncos viejos de las ramas secas de
sus decrépitos encinares, cuando comienzan a vislumbrarse hacia la Ermita la
bufanda verde y pajiza de ese río de los ánsares, donde los primeros y
frondosos verdes pinares anuncian que aquí también comienza uno de los más
bellos entornos naturales jamás soñado, la misteriosa Serranía Conquense, donde
Dios no quitó ni escatimó a su poderosa mano creadora el agua cantarina de sus
ríos, ni la encantada orografía des sus peñas, para la inmensa mayoría de las
veces, cobrar vida y en ese alarde de fantasía, sin ningún remilgo, hacerla
Única!.
Llevo a orgullo, señoras y
señores…. El haber nacido en TARANCÓN
¡Permitidme amigos, y quiero decirlo sin que aflore en mis ya
deterioradas y arrugadas mejillas originado por el triste devenir de los años,
el sonrojo de ese cobarde rubor que mezcla la caliente sangre de mis venas con
ese grito desafiante y desgarrador de mi imborrable taranconerismo. Llevo a
orgullo, señoras y señores… el haber nacido en TARANCÓN, en el seno de la
familia “Los Patatas”, el ser Taranconero de pura cepa, en este caso lo mismo
da que esa cepa sea “malvar” que “garrapateña”, de esos campos llenos de
misterios… de esas esquinas de luces parpadeantes, repletos de ilusiones y
grandes promesas de amor, de rezos de atardecer cuando la tarde declina cansada
por el calor abrasador del verano, haciendo su aparición en majestuosa carroza
salpicada de estrellas esa reina del profundo silencio que es la noche!.
Compañeros, soy Taranconero, y en su largo camino, donde a veces saben
crecer los espinos, se han quedado trozos de mi vida con grandes heridas de una
forma irreparable, para dejar su honor en el lugar que le corresponde, saliendo
en defensa de él y de esa Gran Señora, que yo particularmente tanto le debo, y
es por lo único…..¡por lo única que de verdad volvería a empeñar esos poquitos
trozos sanos que me quedan!. Pues permitidme paisanos el pensar que si el
Taranconerismo emborrachara… yo quiero ser el hombre más feliz del mundo con mi
insaciable borrachera, y por eso, no debéis culpar a nadie, no os dé vergüenza,
decirme borracho a mí.
¡ BARRIOS DE MI TARANCÓN QUERIDO!, CUANTOS ENTRAÑABLES RECUERDOS….
¡Barrios de mi TARANCÓN querido!, sois como esos farolillos y
guirnaldas que colgados en el espacio los días de fiestas de esta tierra
manchega, adornan la terna en jirones bermellón y oro, con la gran tonada de
seguidillas corridas que ponen en el alma y en manos de sus gentes sublime
nobleza y una gallarda bizarría.
Permitidme señores, declamar este pequeño poema
haciendo un alto en el camino.
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¡Qué bonito y alegre eres tú,
Barrio de Santa Quiteria, en el día de tus fiesta!. Por donde al pie de su
ermita, se unen en un abrazo fuerte y apretado de incondicional amistad, la
senda de la Finca Navarrito con la serpenteada Cuesta de Barajas, por la cual
subían preñadas de mies de la Vega los miriñaques de las galeras, acompasándose
el tintinear de las cansadas campanillas de las mulas, con el chirriar de los
viejos y desengrasados ejes de sus ruedas. Allí….precisamente allí…. Piedra a
piedra supo construir su ermita Abundio, uno de los personajes míticos de
nuestro pueblo.
La Tía Pilar “La Malla” con su
mono azul y con el rabillo del conejo, colgado sobre su escoba, sabía muy bien
amenizar el día de la fiesta con el “Santa Quiteria hermosa come conejo y San
Juan como es tan pillo roe los huesos…” Allí…. Precisamente allí…. Jugaba en
los floridos almendrucos de la Huerta de los Hilos, el agua limpia y clara de
la Fuente del Amor, con la Martillana…. Hoy, desgraciadamente, todo ha pasado,
todo ha muerto…. Los viejos álamos de la Huerta se han secado…. La hierba fresca
de la Martillana está pajiza… ya no corre el verdoso y ágil lagarto por el
grueso peñascal de la pedriza…. Ni mana el recio y poderoso seno de la Fuente,
esa agua fía y salitral, que regaba en señal de agradecimiento un inmenso campo
de ortigas; ¡Taranconeros, se ha secado la Fuente del Amor!. Yo creo que el
mundo en que vivimos está completamente deshumanizado, está lleno de
incomprensión, de egoísmo, de intolerancia… faltan grandes dosis del amor, por
eso, justamente por eso amigos, se ha secado la Fuente del Amor, ese preciado
tesoro que Dios nos dio como un bonito regalo a todos los seres humanos, nos
falta amor, y lo digo, desgraciadamente, con bastante tristeza y miedo.
¡San Juan, plazoleta de San Juan,
qué tengo yo que decirte a ti!...Barrio de blanco Santuario y callada campana,
relampaguear de velas encendidas con olor a cera que lloran emoción todos los
años el 24 de Junio; camino de rezos y oración de grandes y esbeltos cipreses
como gigantes heridos y abatidos en el sudario de la noche, sobre la callada
tapia del cementerio, que como decía José María Gironella “También los cipreses
creen en Dios”, por vigía incansable de
recuerdos y silencios una artística cruz de piedras y de hierros, unidas por un
arco de medio punto, donde el pie de ella tomaan el fresco los Juanistas, con
algún que otro cuchicheo de comares sobre los destartalados y carcomidos
taburetes de madera, que a veces dan lugar a comentarios encontrados entre
Juanistas y Quiterios, pero siempre en un tono desenfadado.
¡TARANCONEROS, TAMBIÉN HA
DESAPARECIDO DESGRACIADAMENTE EL “HOTEL LA QUINITA”!
Uno de los últimos bastiones
históricos de nuestro pueblo que mandara construís Quinito Valverde, para
encubrir sus devaneos amorosos con aquella gallarda y apuesta moza; enclavado
en el barrio de San Isidro, allí junto al paso a nivel, se encuentra una pequeña
ermita colmada de peticiones labrantías para el Santo Patrón, quien con mucha
devoción poder extender su mirada a esos campos de la tierra nuestra y mejorar
las cosechas, antaño guardaba, como el más fies guardabarreras, el paso anivel,
con aquellas promesas de amor de esas parejas de enamorados hechas con
sinceridad en el recordado paseo del camino de los novios.
Todo se está transfirgurando,
amigos….todo ha cambiado con el paso del tiempo que no perdona, pero sin
embargo, deja una huella imborrable en cada uno de nosotros que jamás se
olvida, incluso has nos parece más bonito y más nos gusta. Yo me atrevería a
decir categóricamente en que es completamente distinto.
Los recuerdos, cuando van
envueltos con grandes añoranzas, nos producen una inmensa tristeza, y a mí
particularmente, se me forma un nudo en la gargante difícil de digerir; soy un
gran admirador de esas formas costumbristas, que el sabio cincel del tiempo ha
ido remodelando sus perfiles ancestrales.
¡Por eso…ya no baja por el
culillo de San Roque, que a espaldas de su ermita con el airoso abanico de su
cola abierta, la presumida y madrugadora tórtola, viajera desde la Huerta de
Trifón a la Huerta Agujas a beber agua en el charco salitral de los
Hornillos!....
¡Ni se percibe en el ambiente del
Barrio el olor a mantecados y untados frescos y recién hechos en vísperas de
fiesta, que salían por las ventanas del Horno del Tío Merengue o por el
Ventanillo del Horno del Tío Marica, que solamente con el olor era suficiente
para engordar!... ¡Ni tampoco bajan las rumbosas Sanroqueras, con su pelo lleno
de brillantina, un fuerte olor a colonia añeja y sus ropejas nuevas, muchas de
ellas con su reciente permanente en la cabeza, acompañando a San Roque y su
perro a la Iglesia con poderío y mucho garbo, como tiene que ser, insinuando
que toda la calle es suya!. Allí duermen para siempre, tristes y un poco
olvidades la Plazuela de los Castellanos y la Cuesta del Colmenar, ellas
escribieron para su pueblo la página que les correspondía, bajo la prisma diferente
a la actual realidad.
¡Permitidme amigos y paisanos que
me descubra, y con el mayor de los respetos, incline mi cabeza para poder
entrar en este barrio, donde por las rendijas de sus pequeñas casas y entre las
telarañas de sus descarnadas paredes rezuma la más pura historia de TARANCÓN!
¡Antiguo Barrio del Caño…pilones
del Caño Gordo y Caño Chico…donde el agua cristalina de su fuente se mezcla con
el torrente nacido del docto saber de sus gentes, que desgarra en jirones de
orgullo el alma taranconera cuando suena a flor de labios la consabida frase de
haber sido bautizados con el agua del Caño Gordo!...
¡Hay viejos pilones del lavadero,
baúl y arca de secretos de muchas mocitas galanas cuando golpeaban la ropa
contra las agujereados piedras del pilón, ara desprender la pastosa greda y
subir después muy jacarondosa la empedrada Cuesta del Agua!...¡Taranconeros!,
si lo sabéis, decidme, no os de vergüenza: ¿Quién hizo callar para siempre al
humilde barrio de Santa Ana?... ¿Dónde han ido a para sus bellas casitas
blancas de fuego bajo, con olor a retama seca y tomillo aceitunero?... ¿Por qué
no se escucha ese divino canto de dulce trinos arpegiales del pardo ruiseñor…
de esa lisonjera avecilla, que cantaba todos los días en el espinoso rosal
zarzalero de la Huerta. El Caño, cuando la tarde comienza a agonizar
desplomándose en su ocaso?... Yo sé que nadie tiene culpa, ni pretendo buscar
ningún culpable… Pero hoy, en el silencio sepulcral de esa tarde de dolor y
miedo, que se respira por los cuatro costados, sintiéndose la tragedia en la
plazuela del Caño con motivo de la escenificación de la Pasión Viviente, donde
no se podía elegir otro marco más adecuado, allí, precisamente allí, se está
juzgando a un inocente, restallando en ese momento en mis sienes la voz autoritaria
de Caifás, el sumo Sacerdote, cerniéndose una de las grandes injusticias que
pesan sobre las espaldas del mundo…. ¿Eres tú Jesús de Nazaret… El Mesías, El
Dios de los judíos?, ¡Sí, yo soy!, mientras los flagelos esperan y están
nerviosos para romper el cuerpo del Redentor en cuatro pedazos brotando la
sangre a borbotones… Al tiempo que Pilatos se lava las manos, como queriendo
borrar su sentido de culpabilidad. Por eso, solamente por eso, dejaron abatidas
allí para siempre las vidas de demasiados inocentes una madrugada de un 26 de
julio cualquiera, por una progresiva deshumanización de los hombres, que nos
llevó a todos los taranconeros a asumir una de las más duras incomprensiones de
nuestra historia, una página que mejor hubiésemos querido borrar y no escribir,
para no dejarla como legajo a nuestros hijos, que siempre está quemándose en el
rescoldo de nuestro pensamiento.
Autorizarme amigos y compañeros
para poder abrir las puertas de este barrio de par en par, descorrer picaportes
y cerrojos para introducirnos en él a pecho descubierto, ¿lo conocéis?, es la
Solana, mi viejo barrio, el barrio de mi ilusión que un día me vio nacer en una
de esas pequeñas casas de la esquina, de humildes puertas pardas y ventanillos
salpicados de cal, con una tenue luz en su esquina, atravesada por los alambres
de la luz, donde gorjeaba todas las mañanas a la misma hora, la alegre
golondrina al romper el alba, junto a la alcantarilla de la calle Cedazo.
¡La Solana, recinto amurallado de
mi barrio!, donde se dan el Celemín, la Chueca, el Cedazo y los Castillejos,
bajo la mirada expectante del Arco de la Malena, anfitrión del barrio, nuestra
“GIRALDA MANCHEGA” sultana mora de La Mancha, su fuente vigilada en aquella
época por la bondad de la Petrilla “La Nava”, en donde nos dábamos cita los
muchachos para saciar nuestras angustiadas y resecas gargantas, hecho
justificado después de haber disputado un partido de fútbol en los aledaños de
la Iglesia, que finalmente concluía con la rotura de algún cristal del taller
de costura del Tío Pepillo “El Sastre”. Allí no teníamos rompedero, como se
suele decir vulgarmente: “Los Galgos”, “Los Chorretas”, “Los Cazos”, “Los
Merejos”, “Los Pitoches”, “Los Quiscas”, “Los Roscas”, “Los Quilinos”, “Los
Panchines” y “Los Pardiacos”, todos ellos criados en ese barrio.
Por tanto, concederme amigos el
honor de declamar en esta noche, uno de mis poemas por el cual siento un gran
cariño.
|
Así, andando el camino, “Se hace
camino al andar”, como decía el poeta Antonio Machado, en uno de sus versos,
hemos llegado a poner punto final a este pregón donde me cabe la duda de haber
conseguido mi propósito en cuanto a calidad literaria se refiere; ahora bien,
de lo que sí estoy seguro, es de esa gran transmisión de Taranconerismo que he
puesto en él, que siempre lo llevo guardado en el esportón de mi atillo, pues
como dije al principio, soy un pobre maletilla donde esta tarde el sueño y la
inconsciencia lo ha llevado a torear en esta plaza de primera categoría,
estando acostumbrado a torear siempre en plazas de carros.
¡Queridos paisanos… Taranconeros
todos!, pido perdón si me he extendido un poco, pero el amor a Tarancón y a
todos ustedes, me ha llevado a ello; pero no quiero desaprovechar la ocasión
que se me ha brindado, quizá con un poco de tristeza en esta noche para mí muy
importante, para despedirme de mi vida pública, debida a causas ajenas a mi
voluntad estoy obligado a ello no obstante, pido también perdón si a alguien he
perjudicado durante este tiempo, y decirle que mi pluma estará siempre
dispuesta, en el foro que sea, a defender a TARANCÓN, a sus gentes y a esa
Señora que Ella y yo tantas cosas nos hemos dicho en momentos difíciles de
nuestra vida.
¡Muchas gracias dignísimas
Autoridades, Comisión de Festejos, respetable público, amigas y amigos que
habéis sabido aguantar. Representantes de la Tercera Edad, Niñas y Niños, y a
vosotras Majestad y Corte de Honor, deciros que este modesto trovador, sabe que
estos actos se despiden con un verso en forma de soneto, yo en esta ocasión,
quiero despedirme de su Majestad y de su Corte de Honor con unas frases en
forma de piropo, que me salen del alma y lo considero más Taranconero:
¡Que la proclamación y exaltación de vuestro Reinado sea uno de los
actos más gratos y felices de vuestras vidas, porque Majestad, belleza tenéis
de sobra y váis a representar en esta ocasión a la mujer de nuestra tierra, ya
que Majestad, por muchas flores guapas que veo, como la mujer Taranconera….
Ninguna….. y en ese bonito ramillete de rosas blancas estáis incluidas vosotras
como frondosos capullos Taranconeros!
MUCHAS GRACIAS
Zacarias García Navarro
Articulo que se encuentra registrado en el programa de fiestas de 1995
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